La sociedad nos ha condicionado a creer que todos debemos encontrar una “misión”, como si la vida fuera un objetivo que alcanzar en lugar de una experiencia que vivir. Pero, ¿y si no hubiera una misión especial? ¿Y si el propósito fuera más simple, más íntimo, más humano?

 

La verdadera misión no es buscar algo allá afuera, sino convertirte en quien realmente eres. La vida, cuando no te resistes a ella, fluye. Te lleva por un camino de cambio continuo, te muestra senderos que jamás imaginaste.

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Cuando algo se vuelve absolutamente claro, no hay elección que tomar, porque lo evidente no se decide, simplemente sucede. Mi único acto consciente fue no resistirme, dejar de luchar contra la corriente de la vida, y en cambio, fluir con ella. Atenta, presente, en conexión con lo que es.

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Hoy, después de transitar este hermoso sendero, siento el llamado de compartir lo que he aprendido. Quiero mostrarte algo que vale cada segundo: cómo dejar de ponerte barreras a ti mismo. No se trata de cambiar la vida, sino de derribar las estructuras internas que te impiden experimentarla plenamente. Mi labor es ayudarte a deshacerte de todo aquello que limita la mejor versión de ti mismo.

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La única decisión que tomé conscientemente, la más importante, fue ser una guerrera de la verdad. Y quiero invitarte a que descubras tu propia fuerza para caminar tu propio camino.